martes, 12 de diciembre de 2017

Curiosidades sobre la Terapia Cognitivo Conductual



  • La ansiedad y la depresión a veces no solamente tienen que ver con cómo se actúa, sino también con cómo se piensa y se siente. Pues bien, para eso, hay también unas técnicas muy eficientes. Y, en vista de que las técnicas de modificación de conducta, se pueden combinar con técnicas para modificar el pensamiento que genera ansiedad y depresión, a este tipo de terapia se le suele llamar terapia cognitivo conductual.
  • La terapia cognitivo conductual ayuda a romper premisas distorsionadas frecuentes cuando aparecen síntomas de malestar en las personas. Centrando su esfuerzo en pensamientos, sentimientos y conductas. Se crean habilidades personales para hacer frente de manera estable a amenazas, causas y síntomas que sufre la persona. El objetivo es que se produzca un entrenamiento duradero de los mecanismos implicados en la mejoría.
  • Hay varias técnicas que, fundamentalmente, dependen del condicionamiento clásico, el proceso psicológico en el cual, lo mismo que con el perro de Pavlov, se asocian elementos que aparecen juntos.
  • La técnica que más se usa para tratar las fobias, es la llamada desensibilización sistemática. Es muy sencilla, aunque lleva esfuerzo. El psicólogo progresivamente va exponiendo al paciente a la situación que le genera temor, pero lo hace asociando esa exposición con estímulos placenteros y relajantes, de forma tal que, a la larga, no se sienta temor.
  • La medicación en ocasiones se combina con la terapia cognitivo conductual. La máxima que podría explicar en pocas palabras cuándo es necesario un fármaco y cuando no, estando en terapia, podría ser la siguiente: “la persona que solicita tratamiento ha de tener síntomas que le incomoden lo suficiente como para estar motivada para realizar cambios, pero sin rebasar el punto en donde ya sus malestares no le permiten atender las indicaciones de su psicólogo cognitivo conductual. Por encima de este límite es recomendable valorar un apoyo farmacológico complementario a la terapia”.
Fuentes: 

 Feldman, Robert S. Psicología con aplicaciones en países de habla hispana. McGraw
Hill. México D.F., 2001.

El miedo y la ansiedad.

A inicios del siglo XX, un profesor de medicina, Walter Bradford Cannon, estudió cómo muchos animales responden ante situaciones difíciles, y postuló que, en esas circunstancias, todos esos animales (incluyendo a los seres humanos), tienen una respuesta que él llamó lucha o huida.

El que sea una respuesta instintiva implica que ante algunas situaciones no hay tiempo para pensar ni considerar mucho nuestras acciones, y muchas veces, hacemos cosas que jamás habríamos previsto. Eso tiene mucho sentido, si tomamos en cuenta de dónde venimos. Nuestros ancestros vivían en la sabana africana, y allí, tenían que enfrentar muchos depredadores. Por ello, no podían vivir muy relajados, porque, más o menos como una cebra cuando se acerca un león, en cualquier momento habría que salir corriendo para preservar la vida. Seguramente, muchas de esas carreras obedecían a falsas alarmas. Pero, para sobrevivir, es mejor guiarse por falsa alarmas, que tener tranquilidad ante un depredador. Quienes estuvieran demasiados tranquilos, eventualmente serían devorados por el depredador, y así, sus genes no se habrían pasado a la descendencia.

Así pues, quienes sobrevivieron, eran los que mejor activaban ese mecanismo de lucha o huida (los nerviosos, por así decirlo), y ese tipo de conducta ante el peligro está en nuestros genes.

Este sistema de respuestas de lucha o huida es responsable del miedo y de la ansiedad, dos de las emociones humanas más poderosas.

El miedo es un sistema de alarma anclado en nuestra naturaleza que a nuestros ancestros de las cavernas les fue muy útil. Y no nos engañemos, en muchos lugares del mundo no sentir miedo sería algo insensato, como poco. Por una parte, el miedo nos avisa de un peligro, nos activa físicamente para reaccionar al mismo y también nos hace ser precavidos y cautos cuando es necesario. En el miedo suele haber algo que normalmente nos lo causa: un perro rabioso que nos persigue, un hombre con actitud agresiva acercándose a nosotros o una calle vacía a medianoche que preferimos evitar porque nos da miedo, precisamente.

Por otro lado, la ansiedad es algo que tiene una causa mucho más subjetiva y depende más de la percepción de uno y de su reacción emocional ante diversos estímulos. La ansiedad es causa efecto de distintas emociones y sentimientos como la cólera, preocupación excesiva, algo de miedo. La ansiedad también produce reacciones fisiológicas como sudor, temblores, taquicardia… Esto hace que comparta con el miedo la activación de síntomas físicos, de reacciones mentales desagradables junto con pensamientos y conductas semejantes.

Hemos visto los rasgos en común. Pasemos a ver las diferencias:


  • Miedo: más concreto, centrado en el presente y con una respuesta simple al estímulo que lo provoca.
  • Ansiedad: más subjetiva, centrado casi siempre en algo por llegar que se percibe como una amenaza pero no se sabe definir. Está más orientada, pues, al futuro y a la necesidad de predecir y controlar los acontecimientos. Es, por tanto, una respuesta más compleja a algo más complejo.
Fuentes: 

 Feldman, Robert S. Psicología con aplicaciones en países de habla hispana. McGraw
Hill. México D.F., 2001.
 M Luna, L Hamana, YC Colmenares y CA Maestre. Ansiedad y Depresión.
Universidad Central de Venezuela. Caracas, Venezuela. Abril 2001.